Cristina Marsoc
Los cuadros de Cristina Marsoc empiezan a pintarse en la penca de una tunera. Allí viven los insectos que generan la materia prima de sus obras: las cochinillas. En realidad, sólo las hembras. La vida de los machos de esta especie no da para mucho. Ellos, en su crecimiento, pierden las mandíbulas y quedan impedidos para comer. Les resta entonces el tiempo de vida justo para fecundar a las hembras, que se aferrarán a la savia de las tuneras para dar lugar al preciado tinte en su interior. Así es la obra de la Naturaleza.